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Los Misioneros Capuchinos

Américo Fernández, Bolívar

            Santa Elena de Uairén es el pueblo fronterizo más importante de la Guayana. Su gestación data de abril de 1931, por lo que en 1981 fue celebrado su año jubilar

            Los primeros ranchos fueron levantados por el explorador Lucas Fernández Peña y los padres capuchinos Nicolás de Carmenes (fallecido), Fray Gabino de San Román (fallecido) y Maximino de Castrillo, párroco de Tucupita y fundador de las iglesias de El Callao y El Palmar. Estos misioneros llegaron allí la tarde del 28 de abril de 1931 después de muchos días de camino, venciendo los elementos de la selva, de la lluvia, de los ríos y hasta el hostigamiento de los propios indios que tenían como misión civilizar, venezolanizar y evangelizar.

            La distante y aislada zona fronteriza de la Guayana venezolana estaba entonces ocupada por grupos ingleses de la religión adventista que enarbolaban en sus chozas las enseñas de su patria. Acaso fue esta ocupación pacífica de los adventistas foráneos lo que indujo al gobierno de Juan Vicente Gómez a firmar un convenio con los padres capuchinos para instalar en la Gran Sabana dos centros misioneros: el de Santa Elena de Uairén y el de Luedpa que posteriormente fue transferido a Kavanayén.

            Efectivamente, el establecimiento de esos dos centros misioneros y la Inspectoría de Fronteras a cargo del upatense Rafael Montes de Oca y el valenciano Lucas Fernández Peña hicieron posible el replegamiento de los grupos catequistas ingleses hacia zonas más distantes de las que son hoy nuestras fronteras.

            Venezuela, que hacía 32 años había perdido, por efectos de un laudo arbitral espurio, todo el territorio de la parte occidental del río Esequibo, nada o poco había hecho por reafirmar con la presencia del venezolano su soberanía en aquella inmensa selva que el laudo arbitral del 3 de octubre de 1899 le limitaba desde Punta Playa, a varias millas de la desembocadura del Orinoco, hasta las fuentes del río Corentín.)

            Posiblemente el venezolano estaba allí, el indio Pemón, pero nada sabía de fronteras ni de leyes distintas a las propias. Por eso no bastaba con llevar al hombre del campo y de la ciudad hasta la frontera, sino que había que educar al nativo y formarle conciencia de patria. Esa era la misión de los misioneros, además de la propia concerniente a su teología, venezolanizar al Pemón que estaba siendo atraído por los grupos ingleses de la religión adventista.

            Y las chozas fueron creciendo en torno a la Iglesia.

            Y Santa Elena nació con el nombre de la madre de Constantino El Grande, impulsor del cristianismo, y también con el nombre de la primera hija de Fernández Peña. Nació como todos los pueblos españoles de Guayana, con un puñado de chozas circundando la iglesia, que al principio en santa Elena fueron de bahareque y palma y ahora de piedra sobre piedra, siguiendo el estilo gótico simplificado creado por el Padre Diego de Valdearena, quien estuvo 36 años en Santa Elena. La bella y atractiva iglesia donde los cristianos veneran a Santa Elena, rescatadora de la Cruz de Cristo, la iniciaron los capuchinos en el año 49. También construyeron el edificio parroquial y el internado donde se ha educado y formado toda la población Pemón. Tiene capacidad para 100 internos entre varones y hembras.

            El Municipio Urdaneta.

            Santa Elena de Uairén es la cabecera del municipio Urdaneta del distrito Roscio. Está ubicada debajo del paralelo cinco, a 550 kilómetros en dirección sureste  de Ciudad Bolívar, a 15 kilómetros de la línea fronteriza con Brasil y a unos 80 de la zona de reclamación. A ella se llega utilizando la ruta aérea o una carretera a 240 kilómetros construida hace nueve años desde  El Dorado. Su población de unos dos mil habitantes disfruta de un clima que oscila entre los 19 y 30 grados centígrados. En Kavanayén, donde está la otra misión, el clima está entre los 28 y 10 grados.

             Vive Santa Elena de Uairén de la agricultura, la ganadería y la minería. Los productos cítricos se dan muy bien. La CVG experimenta la horticultura en algunas zonas aptas. A pesar de su aislamiento el costo de la vida no es tan alto. Podríamos decir que es igual al de Ciudad Bolívar y en ello influye su intercambio comercial con pueblos del vecino Brasil. De allá viene la carne que se expende a seis bolívares el kilogramo, al igual que la fariña (materia prima del casabe) y de acá va la gasolina, el cemento y otros combustibles.

            El crecimiento urbano del municipio se orienta por un esquema de ordenamiento entregado por el ingeniero José Curiel, cuando era ministro de Obras Públicas, al concejo municipal de Roscio. Siguiendo el esquema, los servicios públicos necesarios se han venido desarrollando por etapas. Se rectificó la trama vial, se amplió la medicatura y para fines de año se prevé un centro de salud con capacidad para 30 camas. Igualmente se ampliaron los servicios educativos, se construyeron instalaciones deportivas y se han tomado medidas de protección de los elementos paisajísticos.

            Se amplió la pista del aeropuerto a 1.450 metros de longitud y se construyó la terminal de pasajeros similar a las churuatas o malocas, que ocupa un área de 180 metros cuadrados. La comunidad tiene acueducto, cloacas, luz eléctrica y espera se cumpla la promesa de los teléfonos, para igualarse a Pacaraima, que puede comunicarse con el mundo a través de un satélite brasilero.

            El Vicario Apostólico.

            Las misiones del Caroní han tenido tres vicarios apostólicos: monseñor Diego Antonio Ristal, bajo cuyo gobierno se fundó Santa Elena; monseñor Constantino Gómez Villa, fallecido recientemente y ahora monseñor Mariano Gutiérrez Salazar con quien conversamos largamente para hacer posible este reportaje. (AF)

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1 comentario en «Los Misioneros Capuchinos»

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